El cine es un espacio de identificación, de educación, de industria y de arte. Y todo eso, está dentro de este blog.

sábado, 5 de febrero de 2011

Un tranvía llamado deseo, de Elia Kazan



Nacida para las tablas, esta adaptación de la obra de Tennessee Williams logra hacer la transición del escenario al set sin problemas y sin ahorrarte ni una lágrima. Como toda tragedia, la historia se cuenta con ese deseo latente y esa pulsión destructiva que el espectador no podrá dejar de ver con el constante gusto amargo en la boca.

En un barrio muy pobre vive Stella, quien está casada con un hombre rústico y un poco violento pero que la ama profundamente (uno de los mejores roles de Marlon Brando lejos). El principio del fin se da con la llegada de Blanche, hermana de Stella, quien llega a poner luz a las diferencias en calidad de vida entre ambas y a incomodar la convivencia del matrimonio. Siendo las dos de un pasado mucho más rico del que les toca vivir, una lo abraza y la otra aparenta, haciendo un duelo de perspectivas y una salida al final del túnel cada vez más esquiva.


Stanley, un polaco sin demasiada educación y que se jacta de ello, aparece como este animal que quiere despedazar a Blanche en un deseo morboso de tenerla o destruirla y así, empieza a echar luz sobre sus razones para que una visita no termine más, de su pasado y el personaje se empieza a quebrar en gajos frente al espectador. Nadie sale inmune mientras quieren luchar por la atención y el amor de Stella, aferrándose a ella como si fuera la única salvación y termina siendo la única que se salva.

Esta es la primera película de tres que unirían a Elia Kazan con Marlon Brando. El actor de método por excelencia se encontraría con el director para explotarlo y es que en esta construcción del gesto mínimo, la cámara de cine y sus primeros planos se abusan de su magnetismo. Elia tuvo una historia turbulenta en Hollywood, sobre todo en la época del McArtismo, pero esta joya siempre queda como un hito de actuación y convierte a Brando en un mito.

Vivien Leigh, conocida por el rol de Scarlett O’Hara, presenta una Blanche más parecida a la señorita Havisham de Grandes Esperanzas, y, en el contraste de lo que hace Brando, por momentos resulta sobreactuada. Aún así funciona, porque nadie resiste estar en las sombras, vestida siempre de una manera en la que no se note la edad sin enamorarse de lo patético y del grito de Brando bajo la lluvia. 

2 comentarios:

  1. Y no olvidemos al grandísimo Karl Malden,
    -actor magistral que sería capaz de tenerte espectante frente a él aunque recitara el listín de los telefonos-.

    Él consigue suavizar en muchas ocasiones los aspavientos de la muy sobreactuada Vivien Leigh y en las tres películas que rodaron Brando y él llega a dominar a Marlon Brando, incluso.
    Un fortísimo saludo, Patricia.

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  2. Xavi, siempre sumás un montón con tus comentarios! Muchas gracias por eso!! Yo tampoco tengo gran aprecio por Vivien por más que todo el mundo decía que era una gran actriz...a lo mejor la sobreactuación venía porque era actriz de teatro, pero permitirme dudarlo porque sino Celia Jhonson en Breve Encuentro no hubiera sido tan buena...

    La película, de todas formas, para mí funciona muy bien y el magnetismo de él es una de las cosas que más poderosa la hacen.

    Un beso enorme!

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