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domingo, 12 de junio de 2011

La gran seducción, de Jean – Francois Pouliot


Esta película es de esas con las que me tropecé una vez que ya no me quedaba más nada por alquilar en el local del barrio y no podía creer con lo que me encontré. La verdad, es que es una película diminuta canadiense de la parte que habla francés (apenas sabía que existían y ahora resulta que tienen cine) con un humor muy sano y mucho ingenio.

Resulta que en una islita gris y helada existe un pueblo en el que cerró la única fábrica y después de varios años de vivir de subsidios del Estado y de no resignarse a estar olvidados, deciden hacer que instalen alguna empresa para poder ganarse el pan de cada día y recuperar su dignidad.


Del otro lado del charco tenemos a un médico al que lo mandan a hacer trabajo comunitario post haberlo encontrado con una pequeña carga de cocaína y decide cumplirla en ese pueblo. Si dicen que las casualidades no existen, será el destino entonces que uno de los requisitos para que se instale una fábrica en el pueblo sea que un doctor viva allí.

La gran seducción, entonces, es para que el doctor se enamore de un pueblo que el país mismo ha olvidado, recuperar su encanto y poder recuperar su dignidad mediante el trabajo y una serie de situaciones tiernas, disparatadas y de espionaje llevan al espectador a reírse de buena gana y de enamorarse de una vida tan simple.


Es un guión muy bien armado y con una estética que parece tan cercana que uno no puede creer que no sea real.

4 comentarios:

  1. muy buena la pelicula lo que es querer sentirse vivo

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    1. Exacto! Un mensaje muy sano y muy divertido!

      Saludos y gracias por comentar

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  2. ¡Qué buena historia! Pocas veces un remake llega al nivel de la película original. En el caso de “La gran seducción”, logra mantener (y mejorar, en algunos momentos) lo que ya pudimos ver hace 10 años de la mano del director Jean-François Pouliot. En esta nueva versión seguimos sin salir de Canadá, aunque cambiamos el francés por el inglés. La propuesta actualizada de Don McKellar nos vuelve a situar en un pequeño pueblo costero de Quebec, donde sus habitantes tratarán de ‘seducir’ al nuevo doctor para que se instale permanentemente. Este remake se gana a pulso la categoría de ‘cine para toda la familia’ gracias a los recurrentes tópicos y divertidas escenas que se suceden sin cesar. Sin embargo, la película vuelve a caer en los tópicos propios de las películas rurales, como la idea de que la gente verdaderamente auténtica vive en los pueblos. En definitiva, nos presenta un pueblo hecho a la medida del personaje de T. Kitsch, pero realmente trata de convertirse en el destino perfecto para el espectador. Ver esta propuesta nos asegura, dos horas de deliciosa comedia rural, junto con unas irresistibles ganas de viajar lejos de la gran ciudad.

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    1. El valor del remake es reencontrar la historia, creo que en este caso ni lo intenta porque la gracia de esta comedia está en el costumbrismo, que la otra versión pasa por encima.

      La gracia de un género para su público es caer en estos lugares comunes, porque la verdad es que funciona por acumulación. De todas maneras, coincido que muchas veces puede no caer con tanta precisión de fórmula y sí con un poco más de alma, que es lo que me pasa con la primera: porque los personajes son así de simples.

      Muchas gracias por tan rico comentario.

      Saludos!

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