El cine es un espacio de identificación, de educación, de industria y de arte. Y todo eso, está dentro de este blog.

viernes, 26 de agosto de 2011

Filmar “la realidad”

Los documentales son una cosa extraña en el cine y les voy a decir por qué. La gente lo consume como si fuera la verdad absoluta, cuando no hay documental que no tenga una construcción y, por ende, que no sea en parte ficción.

El cine, es cierto, nació con una intención de arte de feria que lo hacía filmar cosas de la vida cotidiana con el objetivo de exaltar la ilusión de la imagen en movimiento, lo que algunos teóricos dicen que denota su inclinación hacia el documental. Voy a tomar una idea de Susan Sontag cuando dice que la cámara viene a ser una imitación del ojo entonces es un recorte de aquello que está frente a ella. Todo lo que muestro queda opacado por lo que no muestro y, desde este punto, hay cosas menos objetivas que la construcción de un documental.

Claro que tiene que ver con estar frente al ensayo de alguien que quiere mostrar una temática y justificar su postura, sin que sea una tendencia maquiavélica para engañar al público, simplemente que como tales debemos aprender a no consumir la ficción ni el documental sin un análisis que es relevante.

La tendencia y la manera de contar influyen directamente sobre la visión que tengamos del mismo y, al menos que uno conozca el hecho y tenga una postura tomada, se va a ver, tal vez, expuesto al razonamiento del otro y a tomarlo eventualmente como propio.
Los documentales también tienen guiones, tienen efectos especiales, usan primeros planos para conmover y si la música de Cinema Paradiso no estuviera tan quemada, la usarían tantas veces como los noticieros locales.

Hay grandes corrientes estéticas que se las debemos a los documentales, grandes imágenes que nos han marcado. Por eso, debajo les dejo ocho de los mejores que vi que son de lo más diversos…para que se impregnen de realidad disfrazada de realidad cuando es ficción.

Bowling for Columbine, de Michael Moore


Un relato cruel a partir de la masacre de Denver en la que unos chicos entraron armados al colegio, tirando a quemarropa. El problema que trata esta película no son ésas muertes en particular, sino el fanatismo de una sociedad por tener armas en las casas.

Cocalero, de Alejandro Landes


El director sigue a Evo Morales en sus viajes al interior, retratando la vida en los pueblos cocaleros de Bolivia y las tradiciones de la tierra.

Memorias del saqueo, de Fernando Solanas


Solanas cuenta lo que ha quedado en Argentina después de los 90s, de cómo hemos ido arrastrando deudas y persiguiendo espejismos para dejar al país casi desnudo.

Tire dié, de Fernando Birri


Uno de los primeros documentales de Argentina en la que se muestra el trayecto del tren de Santa Fe y cómo al pasar por una villa miseria, los chicos piden a gritos que tiren monedas. Una imagen que seguimos viendo hoy y cómo los chicos han perdido su espacio de niños porque tienen que buscar la forma de comer.

El ultimo vals, de Martin Scorsese


Este film muestra al último concierto de una de las bandas más emblemáticas de los 60s, que se despedían de los escenarios en conjunto. The Band no volvería a tocar desde que fue inmortalizada por la cámara. Pero esto le sirvió de punto de partida nada más, ya que el film entero es un poema a la música como estilo de vida, con las rutas inmensas y los acordes volando en el aire.

El triunfo de la voluntad, de Leni Riendestahl


Es realmente espantoso el efecto que hace el ver imágenes tan monumentales de un movimiento que todos sabemos cómo ha terminado pero tenía el punto de adoctrinar a miembros del partido y vender la idea del nazismo. Uno nunca debe olvidarse de éstas cosas, si se olvida que han sido votados, aclamados y apoyados, tal vez así no volvamos a verlo.

El café de los maestros, de Miguel Kohan


Inspirándose en “Buena vista social club”, Gustavo Santaolalla nos invita a recorrer éstos acordes de un tango y de un Buenos Aires olvidado o que se está cubriendo de polvo. Realmente, para que a uno se le encoja el corazón al escuchar sus historias de bares y milongas, de los caballos y la timba.

Woodstock, de Michael Wadleigh


Woodstock fue el clímax del movimiento hippie: poder tener a toda esa gente conviviendo durante tres días en paz y armonía significó la expresión absoluta del hipster. Contando aspectos como que estaban rebalsados de gente, que llovió durante la mitad del tiempo y los cantos que hoy seguimos haciendo tienen que ver con lo que ha nacido allí. Nunca la música fue mayor testigo de la juventud, ni mejor banda sonora.

2 comentarios:

  1. Pues Patricia, estoy totalmente pegado en el cine documental, y no se porque, pues me interesa, pero siempre he sido más de documentales de ciencias :P

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  2. Los documentales tienen cuestiones hipnóticas por la forma de filmarse y por la narración. Me encantan las construcciones que hacen porque en algún punto son más libres: basta con que sigan relatando fijándose en el mismo objeto y para el espectador tiene otra finalidad. Ese es el tema: no confundir que el Documental también tiene parte de ficción y que es un idioma construido.
    Gracias por tus aportes de siempre! Saludos

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