El cine es un espacio de identificación, de educación, de industria y de arte. Y todo eso, está dentro de este blog.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Juegos, trampas y dos armas humeantes, de Guy Ritchie



Con un estilo que todos le cuestionan que sea original, Guy Ritchie nos lleva por el mundo under de Londres, en el que ladrones de poca monta se meten con grandes mafiosos y en espiral la historia va creciendo.

Con gags muy cercanos al nonsense, tenemos a elocuentes ladrones, a irlandeses un poco locos y un poco tontos y a matones con grandes valores.


Contamos, también, con un narrador en off que nos permite conocer los aspectos que ese personaje ve sobre el resto. Así es como los va subestimando e inflando según su perspectiva y funciona bien dada la estética mezcla entre cómic y videoclip en el que un plano se congela y el personaje habla mientras. Éste narrador es omnisciente y omnipresente.

Por supuesto que tenemos a todos éstos elementos con el ritmo vertiginoso de saber que todos los personajes van hacia el mismo punto y de cómo puede terminar el desastre. La cámara gira, hace un stop motion y slow motion, rota el eje de la cámara, hay cámaras subjetivas, todo al compás de la música que es un rock absolutamente brittish y colorea todo con una paleta cercana a los tonos tierra, cosa que provoca que por momentos se sobre exponga y por otros que te lleve a una idea estética de novela gráfica. lterada a tonos tierra, a veces sobre expuesta.



Sé que dicho así parece un carnaval, pero tampoco pretende ser una película cultural. Tiene un claro enfoque al entretenimiento y cumple muy bien. El espectador no puede parar de reírse con el hecho de que el supuesto crimen organizado está lleno de muertes absurdas y de personas que parecen no sólo amateurs si no bastante por debajo de la línea de coeficiente intelectual normal. Y si les faltaba un condimento, todos tienen un humor irónico que es impecable.



Otra cualidad de la película es la importancia que se le da a los primeros planos y planos detalle para resignificar los objetos, los rostros y los claroscuros que casi siempre tienen las caras en las que la mitad está a oscuras.


Tenemos una mesa de póker en un ring y todo se define a partir de ese round. Realmente, imperdible.


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