Hace ya un tiempo escribí sobre siete clichés en los films. Es tiempo de completar la lista de a poco con otras constantes que se repiten en película tras película, algunos con ingenio, otros medianamente buenos y otros olvidables.
En esta lista de siete constantes, siempre hay estereotipos porque parece que en el intento de universalizar, a todos nos pasaría lo mismo. Los invito a recorrerlas, a recordar los anteriores siete y en ver como de a poco, vamos repitiéndonos como espectadores y ellos como creadores.
Conflicto Padre – hijo (esto se puede ver agravado si el personaje del hijo/a decide reproducirse)
Parece que la raíz de todos los problemas de todos los personajes siempre está en los progenitores. Que si los juzgan mucho, que si los juzgan poco, que si perdieron el encanto de héroes a sus ojos. Sobre todo en los protagonistas adolescentes, hay una búsqueda de significado de su realidad que empieza estigmatizando a los padres. Ni hablar cuando son mayores y deciden tener hijos, porque ahí se les da por querer conocer el sentido de la vida.
El conflicto puede ser bien explotado como en el caso de El Gran Pez o Claroscuro puede ser una mera forma de intentar interesar al espectador en algo como en Un viernes de locos, por poner ejemplos extremos.
La dinámica se basa en definir a los dos personajes a través de su relación. A veces funciona, otras no llega ni a cumplir.
La abnegada Penélope esperando que Peter Pan crezca
Nos han quemado la cabeza pensando que si no somos sopranos cantando a los animalitos del bosque, no nos merecemos el amor. Que el hombre tiene otro ritmo para madurar y blablabla. Cuestión que vemos a chicas que se la pasan sufriendo esperando que el soquete del que están enamoradas, caiga en la realidad, deje de correr atrás de otras y se de cuenta de que ella es la mujer de su vida. A veces se da así, otras ella se da cuenta de que perdió el tiempo.
Para este ejemplo podemos ir desde la basiquísima Sex and the City con Carrie y su Mr Big hasta la divina de Keira esperando volver a encontrarse con James McAvoy en Expiación.
Triángulo amoroso
No hay amor sin competencia, señores. Acá se ve que hay que afilarse las garras y sacarles los ojos a la que se venga a meter en el medio. Ante los ojos del espectador se presenta clarísimo: el salame versus el que realmente la quiere (que suele ser infinitamente menos “convencionalmente” atractivo) o la idiota hueca versus la intelectual que no será bonita pero lo quiere de veras.
Un ejemplo, de una peli que amo, sobre esto es “La verdad acerca de perros y gatos”. ¿Clichés? Todos, pero me gusta.
El héroe improbable que hasta puede convertirse en uno sólo por amor
Tengo la teoría de que todos los nerds que fueron torturados en el colegio ahora escriben guiones, entonces en Hollywood todos los supuestos capos de la secundaria son unos mediocres tipos que no sirven de mucho. Así es como todo el cine se hizo un culto hacia los héroes que no tenían pasta de y sólo un gran corazón.
Algunos casos de éstos tienen que ver con que el personaje anda papando moscas y todavía no crece, que se ajusta muy bien al héroe romántico, que hace que después tenga esos gestos increíbles (con geniales y elocuentes discursos). Un ejemplo de esto podría ser John Cusack en Alta Fidelidad.
El paso del patito feo al cisne más lindo
¿Se dieron cuenta de que hay un baile en el que alguien se apiada de la poco agraciada o que tiene una pésima ropa y la ponen como una diosa? Así, el personaje masculino que andaba dudando si le gusta realmente o no “por más que ella no es como todas las demás”, cae a sus pies. Esto empezó con la Cenicienta pero pasó por cada película de secundaria que pudo, en cada comedia romántica y en algún que otro drama romántico. Las mujeres que usaron ciertos vestidos se han convertido en íconos como Marilyn, Rita, Audrey.
El ejemplo de hoy, es de donde salió todo: Disney.
Siempre tendremos París
No sé si alguien más estuvo alguna vez en París. A mí me habían quemado el cerebro con la “ciudad de la luz” y que cual Sabrina Fairchild me iba a encontrar a mí misma por esas calles. París me pareció una ciudad como cualquier otra, no tenía la mística que sí tuvo Londres para mí pero siempre que tienen que pensar en el mejor espacio para hacer una escena de lo más romántica y empalagosa, eligen París.
Por ejemplo, Alguien tiene que ceder
El amigo freaky
No hay comedia romántica sin que el héroe que es medio nerd, tenga un amigo absolutamente freaky que si no vive con él, raya el palo. Ya sé que sirve para alivianar al espectador, pero después de casi 116 años de cine, me imagino que debe haber alguna otra forma. Por lo pronto, freaks en el cine hay muchos, pero como Spike de Nothing Hill, pocos.
Acá les dejo el link a los siete anteriores...así vamos sumando de a poco Ver Nota