El cine es un espacio de identificación, de educación, de industria y de arte. Y todo eso, está dentro de este blog.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Historias de Buenos Aires 2: Los robots que llaman

Siguiendo con esta lógica del cine y la vida real, llega una nueva entrega desde la jungla de cemento que es mi Buenos Aires querido.

Una tarde estábamos tomando mates en el balcón de casa con uno de mis mejores amigos. Como vive en el edificio pegado al mío, solemos tener esa costumbre de simplemente aparecer y no llamar antes porque cuesta menos esfuerzo y sabemos que nunca molestamos. Migue se había ido de su trabajo anterior y estaba descifrando qué iba a hacer después para vivir, porque actividades se le ocurrían unas cuantas, rentables pocas. En ese momento, en el que idealizaba su tiempo y su futuro, suena su celular. 


Con lo mucho que lo quiero, tengo que confesar que Migue grita mucho. Muchísimo. Por eso tal vez todos los que lo llaman por teléfono gritan también y es porque sospechan que él no escucha. PD: no existe una charla privada con Miguel y uno termina siendo un partícipe de lo que sucede entre su línea telefónica y él. 

La llamada era de una señorita que quería ofrecerle una tarjeta de crédito. Miguel decide explicarle que muchas gracias, pero en este momento no podía comprometerse. Ante la insistencia de la chica, que todos ya conocemos el librito interminable de preguntas y repreguntas que tienen, él simplemente quiere cortar por lo sano (y ya que estaba, hacer catarsis) y le cuenta que se había quedado sin trabajo. La voz del otro lado de la línea, cual robot, responde: "- ¿Y cuándo puedo volver a llamarlo?"

Miguel me miró, con un gesto entre divertido y helado (los que lo conocen saben que eso implica una sonrisa con la boca abierta de par en par y los ojos como platos), lanza una carcajada y responde: "La verdad es que no sé, ¿Vos sabés de algún trabajo?" La chica del otro lado se rió y cortó la comunicación lo más rápido que pudo. Calculo que en parte por vergüenza. 


Después de reírnos, como siempre hacemos con él ya que tiene mi misma capacidad para desdramatizar, me puse a pensar en una maravillosa película que se llama "La gran seducción", en donde el único empleado del banco de un pequeño pueblo en una isla de Canadá tiene que entregar los cheques de asistencia social del Estado a causa de que la única fábrica cerró hace mucho tiempo. Cuando piden un préstamo, se los rechaza, cuando quieren hacer algo distinto a sacar la plata del banco, se los rechaza. El hombre fácilmente puede ser reemplazado por un cajero automático, así como la chica puede solo responder como robot.

Si bien entiendo que la pobre simplemente seguía su manual, así como entiendo al pobre empleado del banco que tenía que mantener su trabajo, pero esto nos sirve de excusa para hablar de una gran peli, que les aseguro van a disfrutar y reír mucho.

¡Buen fin de semana! ¡Y a desrobotizarse!

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