Hace
pocos días perdí a mi abuela, con todo lo que eso implica. Es por esto que me
voy a tomar la licencia de que esta historia no sea de Buenos Aires, sino que
sea de nosotras. Es mi humilde homenaje a nuestras anécdotas y una forma de plasmar lo mucho que la voy a extrañar.
Tengo
muchos recuerdos de mi abuela María con el cine porque era una gran amante del arte
en general. De hecho, cuando ella vivía en Buenos Aires, siempre iba al teatro
y, años más tarde, cuando yo vine a vivir acá, cada vez que me veía me
preguntaba por la cartelera de teatro diciendo que era lo que más extrañaba. Casi les diría que antes de preguntarme cómo estaba yo.
Anécdotas
con películas, miles, pero la que más me gusta es cuando se mudó unos días con
mis hermanas y conmigo porque mis papás estaban de viaje y estrenaban en la
tele “La casa de los espíritus”. Yo habré tenido 6 años y cada película no apta
para todo público, no la veía porque no me dejaban.
Mi
abuela no iba a ponerse a ver cualquier pavada por mí, entonces me dejó verla
con el trato de que “No le contara a nadie y que me tapara los ojos cuando ella
me diga”. Obvio que eso no iba a suceder, era demasiado tentador. Al principio,
me escandalicé cuando quedaba en topless la primera víctima de Esteban Trueba y
poco a poco me fui muriendo de miedo cuando los espíritus no abandonaban la
casa (un poco por no terminar de entender de lo que iba la historia). Hasta
ahora, este siguió siendo nuestro secreto: con la abuela podía ver lo que
quisiera, siempre y cuando tuviera algo de romance.
Pero
hay miles de cosas que quedan grabadas junto a eso: como hasta el agua en su
casa tenía gusto a cebolla, cómo no importaba la cantidad de cosas que cocinara
también había pollo (aparentemente, el pollo no era comida), como le aburrían de muerte las conversaciones sobre
tejidos pero amaba las de política, como te pedía que repitieras cada cosa que
decías por no escucharte hasta que hablabas cuchicheando con otra persona y ahí
había escuchado todo. Y pensar que nunca me senté en tu cocina a que me
enseñaras a hacer knishes… Hasta la próxima, abu. Espero que siempre hayas sabido lo mucho que te quisimos todos y lo mucho que aún te queremos.
Que
tengan lindo fin de semana
Hermosa historia. Lástima que no aprendieras a hacer knishes.
ResponderEliminarjajaja sí, el problema es que "siempre hay tiempo" para hacerlo más adelante.
EliminarGracias, Diego. Un beso grande
Patricia, te mando un sentido pésame por la pérdida de tu abuela donde además se nota que tuviste mucho apego con ella. Saludos y cariños.
ResponderEliminarGracias, Honey. Era bastante particular y con la dosis de mala leche justa para hacerte reír y otras cuantas querer matarla.
EliminarUn beso enorme
Hola Pato. Lamento mucho tu pérdida, pero a la vez me alegro que tengas esos buenos recuerdos de y con ella. Te mando un beso grande.
ResponderEliminarRoque.
Es cierto, Roque. Los buenos recuerdos siempre ayudan.
EliminarGracias. Un beso grande
Las abuelas de película. Las mías con todos sus defectos y virtudes, dejaron huella en mi.
ResponderEliminar