Basada
en una historia original de Quentin Tarantino, la película cuenta las andanzas
de Mickey y Mallory, dos amantes que se convierten en asesinos seriales. Con un
estilo absolutamente posmoderno en donde se hace por un lado una fuerte crítica
a los medios de comunicación en su tratativa frente a algunos temas y, por
otro, se hace un caleidoscopio de recursos y lenguajes que conviven que es
imposible pasarla por alto.
Cuando
conocemos a esta pareja, vemos la pasión irrefrenable que sienten el uno por el
otro, pero, además, Mallory provoca sin tapujos a otros presentes en lo que
pensamos que va a ser un escándalo de celos pero en realidad se transforma en
la excusa de ellos para iniciar sus matanzas para luego dejar un sobreviviente
con la misión de contar la historia a los medios.
Mientras
ellos riegan de sangre y violencia desmedida la vida de los que se cruzan en su
ruta, los medios de comunicación cuentan sus historias con un dejo novelezco
que hasta provoca que tengan fans que cuestionen a la justicia por ponerlos
tras las rejas. Pero una de las mejores cosas que tiene la dirección de esta
película es el hecho de poder armarte momentos y matices en los que los ves
como a esos adolescentes buscando su lugar en el mundo y qué les pertenece,
podemos verla hermosa y frágil y al instante Mallory está arrancando y arañando
la vida de alguien más y Mickey tiene esa dualidad por la que le teme y la
adora al mismo tiempo.
Robert
Downey Junior completa este trío como la personalidad de la TV que produce, escribe, dirige, edita y está
frente a cámara como el entrevistador que hace de abogado del diablo y no se
entiende si quiere condenar a Mickey, endiosarlo o sólo llenarse la billetera.
El motín es lo que se lleva.
Otros
recursos monumentales como presentar con estética y sonidos de sitcom
televisiva a una escena familiar tétrica, o que el hermano de Mallory se libere
maquillado como el personaje principal de La Naranja Mecánica, o, inclusive que
cuando hace Mallory una visita a Mickey en la cárcel, su momento de angustia y
romance sea mientras ella lo está masturbando, hacen de este viaje uno de los
más eclécticos, retorcidos y, aún así, romántico.
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