Hace un tiempo a
esta parte que los premios parecen haberse reproducido sin que nadie tuviera
algún tipo de control sobre ellos. El Premio del Sindicato de Actores de
Estados Unidos, vigente desde 1995, ha conseguido un contrato con TBS y TNT
para la transmisión (que todos sabemos que es buena parte del ingreso) hace
casi la misma cantidad de años y se trata de actores que se premian a sí
mismos. Lo más interesante de esto es que tiene una marcada perspectiva
industrial: hay una clasificación clara de qué se considera comedia, melodrama,
TV, cine o VOD. Hasta del sistema de votación y cuál debe ser tu situación con
el Sindicato para tener el privilegio de votar. La industria no es mala palabra
y, sin embargo en Argentina, amén de tener una Asociación Argentina de Actores
de 95 años de trayectoria, ser el cuarto destino mundial de filmación, la
tercera plaza mundial en teatro comercial y la segunda en independiente,
seguimos teniendo la postura de que el actor es alguien vocacional, no
profesional.
Como respuesta a
esto, Héctor Cavallero, director de la Licenciatura en Artes Escénicas de UADE,
explica que “el actor es su propio
instrumento, su voz, su posición corporal, su interpretación de personajes y sus
posibilidades histriónicas. El manejo de las distintas disciplinas como
acrobacia, esgrima, canto, danza, entre otras, conforman ese instrumento que al
contar con ese aprendizaje se logra una perfecta armonía.”
Estos premios
son censores de mercado, un póster de un film lleno de sellos de premios se
vende mejor y también te abren el panorama: uno puede no ser el mejor
protagonista pero sí un excelente secundario y ahí tiene más peso el mayor
galardón de la noche que es el reconocimiento. ¿Qué sería de Brie Larsson en
Room sin el maravilloso Jason Tremblay? ¿Qué diríamos de The Big Short si
Christian Bale y Steve Carell no la hubieran defendido así? ¿Qué recordaríamos
de El Secreto de sus ojos sin el monólogo sobre la pasión de Francella? ¿En Relatos
Salvajes se destaca un actor o es la maravilla del conjunto? Y es porque el
actor, además, tiene que entrenarse para ser generoso.
Los SAG te
muestran sensiblemente a quién valoran: te van a dar la medida de si Leonardo
DiCaprio esta vez se lleva la estatuilla dorada de la Academia, si Alejandro
González Iñárritu hará la hazaña de llevarse dos Oscars seguidos por dirección,
o si habrá alguna sorpresa. Pero sobre todo te muestran el reconocimiento de
tus pares y eso, en todas las disciplinas, es de lo más grande que hay.
Cuando te cruces
con un actor, no le digas que se busque un trabajo en serio. Decile la verdad:
que él va a tener la responsabilidad de por un rato, representar una parte de
la sociedad. Miralo, es un espejo y como tal, lo que te devuelve merece ser
apreciado. La actuación no es vocacional, es un medio de vida y también de
pagar las cuentas.
Patricia Relats
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