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martes, 13 de diciembre de 2011

2001, una odisea del espacio, de Stanley Kubrick (Por Santiago Koval*)


          Basado en la novela corta de Arthur C. Clarke, El centinela, el filme de Stanley Kubrick, 2001, una odisea del espacio, es acaso el mayor esfuerzo jamás hecho por capturar en imágenes el esplendor del inconmensurable espacio exterior. Sin duda, el mundo de 2001 ya había sido representado previamente, pero la fidelidad estética plasmada por Kubrick conduce a un nuevo nivel de posibilidad expresiva y supone, iconográficamente, un salto cualitativo en la simulación de mundos inefables. En su búsqueda de la estética perfecta, es su rigor científico el respeto obsesivo de las leyes de la física lo que le permite captar, como un alquimista, la llama de lo consciente, lo animado y lo inerte. Se trata, en suma, de un hito del cine de ciencia ficción, una pieza maestra que retrata, con el ojo de Dios, un universo perfecto regulado por reglas y principios, una coreografía de cuerpos celestes orquestada por el pulso armónico del Danubio Azul.

Sin embargo, en 2001, Kubrick excede con creces esta primera capa de sentido y despliega a lo largo del filme un argumento tan ambicioso como inabarcable: la larga evolución de la inteligencia humana. El viaje por las etapas de la humanidad repasa, subrepticiamente, tópicos de la filosofía universal, como la inteligencia, la conciencia, la muerte, la soledad, la evolución, la inmortalidad y la misma condición humana. Representa, así, en 141 minutos, un viaje hipnótico a lo largo de la historia del hombre, una parábola de la existencia, una búsqueda de respuestas a cuestiones universales que nos acechan como seres conscientes.


El filme está divido en tres grandes períodos. En una primera etapa arcaica, dominada por el silencio y los gritos guturales, un grupo de homínidos prehistóricos encuentra en el amanecer de su existencia un monolito oscuro de varios metros de altura. Este bloque será una puerta a otra dimensión, un influjo electromagnético nacido en los confines del universo, que dará lugar al primer rasgo de la humanidad: el descubrimiento de la herramienta. Este salto en la conciencia representa un triunfo ante la naturaleza, el inicio de la era del homo sapiens como especie dominante: un simio antropomorfo que ha logrado comprender que puede usar para su provecho los recursos que le rodean. El amanecer del hombre terminará con la mayor elipsis de la historia del cine, un salto de 4 millones de años que comunica al hueso elevado por el aire, primera herramienta y arma de combate, con el satélite orbitando la esfera terrestre en el futuro año de 1999, símbolo del triunfo del ser humano en su carrera por la conquista de lo natural. Previamente, cabe decirlo, Kubrick nos ha hecho presenciar el primer asesinato en la historia del hombre.

            La instancia que transcurre en el año 2001 será la apoteosis de la inteligencia: la conquista del espacio, la perfección técnica de la nave Júpiter y la presencia ubicua del ojo electrónico más aclamado de la cinematografía: HAL 9000, entidad mecánica dotada de inteligencia artificial, máxima expresión de la capacidad creativa del hombre. La maestría del autor no tardará en presentarnos un escollo en el funcionamiento perfecto de HAL, que, encerrado en la contradicción que le representa mentir, deberá tomar la decisión moral de asesinar uno a uno a los tripulantes de la nave, potenciales amenazas a la misión que le ha sido asignada. Así, Kubrick, no inocentemente, decidirá mostrar un HAL carnal y humanizado, cuya muerte (la desmantelación de sus circuitos integrados) quedará presentada como más humana que la de los propios humanos. Este suceso pondrá en evidencia para Bowman, único tripulante que ha logrado sobrevivir, el verdadero objetivo de la misión: investigar el origen de la señal emitida por el monolito TMA-1 en un punto cercano a las lunas de Júpiter.


            La tercera y última parte (Júpiter y más allá del infinito) será un viaje alucinógeno por el interior de un agujero de gusanos, un paisaje de luces y colores retratados a enorme velocidad. El contacto de Bowman con el monolito extraterrestre ha significado para él un nuevo salto de inteligencia, la elevación mística de un espíritu que ha trascendido su cuerpo carnal, un cuerpo que ha quedado desahuciado en la cama mortuoria de una habitación aséptica, blanca y plagada de espejos. La escena final no dejará dudas de que el nuevo hombre, el Übermensch desprendido de las entrañas de su obsoleta naturaleza, ha nacido y flota ahora reluciente, resguardado por una bolsa amniótica poshumana, por los confines de la Tierra. Así habló Zaratustra.

* Santiago Koval es el autor de "La condición poshumana", un ensayo sobre lo que podría ser el futuro de la relación entre el hombre y la máquina. Además, es profesor (me dictó durante un cuatrimestre entero algo que podría llamarse "Filosofía Cibernética" y me mantuvo despierta e interesada) y una persona que yo aprecio mucho. De los mejores profesores que tuve en mi vida, que todavía siempre encuentra la forma de enseñarme algo más por más que no compartimos aula, un ejemplo es este artículo

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9 comentarios:

  1. Obra maestra. Perfecta en todos los sentidos. Una maravilla tan artistica como inteligente.

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  2. Excelente review de (para mi gusto) un bodrio de película.
    Muy, muy interesante punto de vista.

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  3. Si se ve una película como ésta, y sin importar si se le entiende o no, quedas totalmente eclipsado. Pero si le entiendes perfectamente a Kubrick, y cada fotograma cobra sentido, entonces estarás en el mismo paraíso, en donde ninguna otra película ha llegado jamas. Me sucedió luego de verla 4 veces, y desde entonces, es mi película favorita de todos los tiempos.

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  4. Hola a todos! Es un film complejo, la verdad es que por momentos me aburre y por otros me transmite una angustia que no puedo manejar. No sé si es por el tamaño del hombre, por el lugar que ocupa, por la soledad...no sé, pero me angustia.
    De todas maneras, después de leer La Condición Poshumana y de conocerlo a Santiago, cuando me dijo que iba a escribir sobre esta película, me pareció que era una gran opción. No hay que olvidarse que es el aporte que él hace a mi lista personal, pero su elección, no deja de tener su subjetividad. Me parece que es la gracia de la propuesta: cero censuras y la visión del colaborador.

    Un beso enorme a todos

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  5. hola Patricia, como todo film de Kubrick, éste se encuentra colmado de simbolismos,por eso nunca me pierdo sus films.Toda la vida de Stanley fue misteriosa, desde la adjudicación del montaje del fraude lunar hasta su muerte.En cada uno de sus films hay muchos mensajes "ocultos".Me interesan todos estos asuntos, siempre investigo.Besos.

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  6. Siempre que pienso en nombres como los de Kubrick o Fellini me acuerdo de la idea de "El gran pez" de que el hombre se convierte en mito y así pasa a la inmortalidad...
    Kubrick es más enorme después de muerto por eso que decís vos, que le suma mucho a la película. Nos guste o no, el hecho de saber que él está detrás de cámara nos predispone de otra manera frente a lo que va a aparecer en pantalla...a veces creo que se convierten en intocables y que a uno le cuesta ser objetivos. No es mi favorita de él, pero me pareció una genial sugerencia de Santiago sumarla a Mi Top 100!

    Un saludo enorme

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  7. Genial visualmente. No por nada se llevó el Oscar de ese año en Efectos Especiales.
    Ésta película se destaca más que nada por el impacto visual y la musicalización de las escenas. Por ejemplo, el viaje cuasi-psicodélico que sufre el astronauta Bowman. La parte entera de El amanecer del hombre es un desafío a quedarse frente a la pantalla a interpretarla detenidamente. Más de uno decidirá levantarse e irse, poner stop, apretar el botón Off, pero si uno se queda, podrá apreciar una obra maestra. Es cierto que del guión uno puede decir poco y nada, salvo las partes donde habla HAL 9000. Pero lo compensa con las escenas sin diálogos. Es que Kubrick no lo dejó en claro al principio con El amanecer del hombre? La película apuntaba a eso: a las múltiples interpretaciones que uno le puede dar al monolito. Y yo creo que si uno sale del cine, o si se junta en una casa a verla con amigos, y cuando termina la película están todos hablando sobre qué carajo significa el monolito, es una película que levanta vuelo rápidamente hasta el podio de obras maestras diría yo. Una película que genere debate y ganas de verla por segunda vez, juega un papel mucho más importante en la historia del cine que Happy Feet por ejemplo.
    Muy buena crítica Santiago. Salud!

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  8. Lo de bodrio o no es relativo y, sin dudas, está anclado al momento en que se consume. Como espectadores, nos hemos acostumbrado desde 1990 a recibir efectos visuales sorprendentes y a aceptar la velocidad narrativa como condición de perfección.

    Kubrick, con todo, no andaba con esos rodeos. Su obra, por donde se la mire, es colosal y trascendente. Cuanto menos, por la epifanía visual que propone, merece ser considerada una obra maestra. Hay que tener en cuenta que es un filme de 1968. En esa época, no existían los efectos especiales por computadora, que facilitan mucho las cosas. En ese sentido, su esfuerzo narrativo es más que reconocible. Sin mencionar que su obra abrió la puerta a todo lo que vino después, es decir, amplió el espacio de lo cinematográficamente efable.

    Pero también su obra es colosal y trascendente en cuanto al fondo narrativo. El viaje por la evolución de la inteligencia como característica exclusiva del ser humano es un tópico que ha sido pocas veces recorrido, y menos aún con tanto respeto y coherencia argumental.

    El monolito, como metáfora, es una laguna, un punto oscuro en el conocimiento que tenemos acerca de nosotros mismos: la pregunta incontestable por el origen de nuestra conciencia, de nuestra capacidad de generar tecnología, sintaxis y cultura. Y esta pregunta es la pregunta por la existencia, el grito profundo y desesperado retratado en el cuadro de Edward Munch.

    Entiendo que el género de la ciencia ficción es un género particular, que no gusta a todos. Pero una vez dentro de él, no hay nada que se pueda decir, al menos cinematográficamente, sin volver, una y otra vez, al genio de Stanley Kubrick.

    Saludos y gracias,
    S.

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  9. Santiago, la verdad es que mucho de ésto tiene que ver con el momento, como vos decís. Si uno espera ver algo y se encuentra con otra cosa, le genera ruido amén de lo bueno o malo del film. La verdad es que las sensaciones también son otro factor importante porque hay tantas películas como interpretaciones de la misma: a mí, por ejemplo, el film me genera una angustia enorme porque el retrato de la soledad, del tamaño del ser humano y el espacio que ocupa...no sé, me pone en una situación casi asfixiante. A otro, puede generarle fascinación...
    De todas maneras, era mi idea inicial, que cada artículo sea una opinión diferente a la mía porque si no ¿De qué manera se "suma" algo a mi top 100? Si soy yo siempre la que habla, pierde un poco el encanto.

    Muchas, muchas gracias por tu artículo. El aprecio tiene poco que ver: realmente era la película para que vos hables de ella.

    Un beso enorme

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