No soy normal y soy cinéfila. Con esto
quiero decir que encima que vivo en una ciudad que parece una jungla, tengo la
capacidad de todo relacionarlo con una película. Pensé que la mejor forma de
dejarles una parte mía (que, después de todo, es lo único que diferencia este
blog de cualquier otro) era contando estas anécdotas perdidas cada viernes con
una película que me trae a pensarla. Porque lo más lindo que puedo dejarles es
un pedazo de mi amado Buenos Aires y al menos dos horas de cine.
Bienvenidos a los nuevos viernes de Rincón Fílmico.
Los jueves a la noche del primer
cuatrimestre dictaba como ayudante Historia del Entretenimiento. Cuando salía,
eran las 22.30 y después de trabajar todo el día apenas me sostenían las
piernas, así que habitualmente me tomaba un taxi para volver a casa. Ese día en
particular, el taxista era ruso.
Como casi todos los taxistas que
trabajan de noche, el hombre estaba aburrido y quería conversar así que me
preguntó qué estudiaba o qué materia dictaba. A partir de eso, empezaron dos
viajes: el retorno a casa y el relato del hombre que ahora llamaré Sergei (no
tengo idea del nombre real pero suena ruso y a efectos de la historia, es mucho
más entretenido).
Sergei, para que se den una idea, es
un señor de unos 40 años, pelado casi en su totalidad y en otras afeitado al
ras, parece enorme (yo sólo lo veo de espaldas y sentado) por lo que debe medir
al menos 1,90. Tiene un tic: cada 40 segundos, se saca los anteojos de aumento,
los mira moviéndolos levemente, me mira a través del espejo retrovisor (yo sólo
veo sus ojos y parte de la nariz) y vuelve a ponerse los anteojos. No sé si lo
hace para adivinar lo que pienso de su relato o si de verdad lo tiene, pero la verdad es que no importa. Tiene un acento marcado, como si hace dos
minutos se hubiera bajado del barco pero no usa GPS, o sea que no es así. Tiene
el acento marcado porque no importa hace cuánto tiempo está en Buenos Aires, él
es ruso.
En su idea de entretenimiento (y esto
quería ser un aporte para mis clases), Sergei me cuenta que Hollywood ha hecho
una conspiración basándose en la vida de Yuri Gargarin. Yuri, según Sergei, era
un hombre muy bien parecido que tuvo un romance con la reina Elizabeth que,
claro está, era top secret. Pero Yuri es muy parecido a Leonardo DiCaprio y en
ese momento él no tenía un centavo. ¿Qué pasa entonces? James Cameron filma
Titanic con Kate Winslet, que es inglesa y Leonardo, que hacía de un tipo sin
un centavo e igualito a Yuri.
-
Eso
no es todo – Sigue Sergei con su acento trabado, que parece que rugiera con cada
R que pronuncia, mientras me mira por el espejo – Yuri era piloto y ¿Qué filma
Leonardo un par de años después? El aviador.
Mientras sigue por toda la carrera de
DiCaprio, me cuenta distintos episodios de este épico Gargarin hasta terminar
en la obvia falsa muerte de todo mito, donde en teoría mandaron asesinos a sueldo
que él burló y logró vivir tranquilamente en el anonimato. Pero Sergei no me
veía lo suficientemente interesada, entonces redobló la apuesta. Esta vez dijo
que la foto de Leonardo DiCaprio para promocionar los Golden Globe por TNT estaba
apuntando hacia el Congreso cuando falleció el ex presidente Néstor Kirchner y
ésto era una señal de que en realidad Néstor no estaba muerto.
Al borde de estallar en carcajadas,
pagué el viaje y estaba a punto de bajarme cuando Sergei tira un desesperado:
- Y los americanos no llegaron a la
luna.
Me hice la que no lo escuché y abrí
muerta de risa la puerta de casa. Cuando mi novio preguntó qué pasó yo sólo
pude responder: - Me acabo de bajar del taxi de Good bye Lenin.
¿Vieron la peli? ¿Tienen historias con
taxistas personajes que quieran compartir? Buen fin de semana para todos.
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