No hay quien no conozca estos nombres en Argentina y, de a
poco, en el mundo. Campanella ha logrado tener una carrera de lo más variada
(mucho en ficción en TV) y Darín ha pasado de los dramas más elaborados a las
comedias más livianas. Tengo que confesar que cuando hace lo segundo, es de los
tipos más graciosos para mí. Lástima que las buenas comedias son las más
difíciles de encontrar.
La primera vez que esta dupla trabajó junta ya se notaba que
no era para pasar desapercibidos. El mismo amor, la misma lluvia mostraba una
comedia romántica con muchos toques cercanos y poca grandilocuencia. De a
poquito se fueron instalando en nuestro imaginario y hoy son lo más “Hollywood”
que tenemos. Mainstream o no, cine de autor o no, nadie puede negarles su peso
ni el hecho de ser historias maravillosamente contadas.
El mismo amor, la misma lluvia de 1999
Darín y Villamil serían Jorge y Laura, un aspirante a
escritor y una chica que podía hacer todo (“y cuando se ponía algo en la cabeza
(chasquido con la lengua y la sonrisa estampada) lo hacía”). La historia los
une desde su deseo de ser actriz y la pésima adaptación a un corto de un cuento
de él y los va juntando y separando a lo largo de la película. Es que nadie
puede ser inmune a un amor que no se resigna a morir.
Darín interpreta a este inseguro y soñador Jorge que por
momentos va perdiendo la fe y su esencia, como si todas las cosas que le fueron
pasando le dieran inmunidad para perder sus valores y ella aparece como un
espejo de esto. A través de él, nos empapa el desencanto cuando vemos desempleo
y crisis que tan bien conocemos de esos tiempos. Una historia sencilla, contada
desde personajes sencillos (que por momentos se vuelven grandilocuentes, pero es porque se sienten perdidos en su propio drama) pero
que funciona muy bien.
El hijo de la novia del 2001
De ésta peli sí que se acuerdan todos. Es que además de la
nominación al Óscar no hay quien sea inmune a esta historia universal de una
enfermedad con la que se tiene que convivir y por más que el enfermo es uno,
hay toda una estructura de vida y afectos que se ve, valga la redundancia,
afectada.
Me gusta cómo se impregna el relato con nostalgia, como
Rafael (Darín) se ve tironeado por el pasado, por el deseo de mandarse a mudar
(como hicieron muchos en esa época), por los mismos sueños sobre sí mismo que
cree que el entorno es el que se mete en el medio. También está el resignarse a
uno por amor al otro, por ceder no siempre entendiendo lo que le resulta
importante, sino por saber que al otro lo hace feliz. Film muy tierno y que
todos recordamos con mucho cariño.
Luna de Avellaneda 2004
Si bien creo que es una historia que mi generación no puede
llegar a apreciar del otro porque corresponde a anteriores, la vida de un club
barrial y de su entorno social y de cómo la vida va desarrollándose ahí.
Otra vez con ese eterno color a nostalgia, Román es un tipo
que lucha porque el club siga abierto, por los casi 400 chicos que van todos
los días a darle vida, por la vida que él vivió ahí que muchas veces lo hace
verlo mucho más esplendoroso de lo que en realidad es.
Las situaciones que se van dando creo que nos pinta como
pocos films: con un poco de lo barrial, de lo complicado de las relaciones, de
lo románticos que somos, de nuestra relación con la amistad. No por nada nos
hace reír y llorar al mismo tiempo.
El secreto de sus ojos 2009
Probablemente la más reconocida de la dupla sin que sea
necesariamente la mejor. La película tiene un despliegue de recursos y una
narración por momentos consistente y por momentos que se la dejás pasar porque
todo lo demás funciona genial. La dinámica de Darín, Villamil y Francella se
hace tan buena que perdonás que el primer sospechoso sea el asesino o que en
una cancha supuestamente atestada de gente, encuentren en medio de la tribuna
al tipo.
Benjamín es el personaje que esta vez interpreta el actor en
cuestión. Esta vez es un abogado que quiere escribir una suerte de memorias pero contando la historia de ese crimen que el mismo sistema corrupto no quiso resolver y que, de alguna manera, le da pie para hablar de su propia historia de amor fallida. Cuenta una historia dentro
de otra y el hombre se pierde entre recuerdos y culpas. Creo que el guión ayuda
mucho porque por más que lo vimos en otras situaciones haciendo el mismo papel,
es el que le da estas palabras para terminar de darle forma.
De todas maneras, papeles como el de Benjamín le han permitido a Darín demostrar su capacidad tanto para hacerse el galán como para ser el más vulnerable, para sentir que sonríe con las sonrisas más tristes y rechaza ayuda sin despejar la idea de que la necesita, siempre víctima de las situaciones y pocas el victimario.
La película pasó a la historia, ganó un Óscar en la
categoría de Mejor Película Extranjera y mostró que tanto talento, por más que
triunfe afuera, siempre vuelve a filmar en suelo nacional.
¿Cuál es tu favorita de esta dupla?
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