Una de las figuras más reconocidas del cine español y mundial. Sus coloridos
escenarios mezcla sesentosa con Pop Art subraya a estos roles femeninos siempre
al borde de la histeria que nos han hecho reír y emocionarnos más de una vez.
La figura de la mujer como madre, amiga y amante se presenta en casi toda su
obra como su musa inspiradora y su sello innegable.
Además de ser director y guionista, Alomodóvar es
uno de los más importantes productores españoles, estando a la cabeza de la
lista con su compañía “El Deseo” que maneja con su hermano. La productora ha
desarrollado proyectos de Álex de la Iglesia y Guillermo del Toro,
entre otros.
La época que le tocó vivir fue la del “destape”
post Franco y por eso siempre se lo relaciona con una estética del “under”,
cosa que remarca con la elección de los espacios en los que cuenta las
historias y quiénes son sus narradores.
Sus inicios en el séptimo arte fueron un poco
erráticos, porque por más que él sabía lo que quería hacer desde corta edad,
cuando cerraron la Escuela de Cine en el momento que el llegó a
Madrid, no le quedó otra que trabajar de lo que fuere e intentar meterse en el
mundo artístico. Así fue conociendo los colores y olores de su España natal,
actuó, cantó y fue un amante de las tablas tanto como del celuloide.
Laberinto de Pasiones, de 1984, fue el segundo film
del director y, utilizando sus ya clásicos aspectos del mundo marginal y los
temas tabúes, un homosexual se enamora de una ninfómana y se entrelazan en unas
relaciones que nada tienen de puramente carnales, si no hasta
beatificantes. Aquí hay un punto de quiebre en el artista: se presenta ante
él una España nueva, un nuevo Madrid y lo que está surgiendo es este destape
tan necesario post años de sumisión.
Entre tinieblas, de 1983, al ser un film por
encargo y con bastantes limitaciones, nada parece funcionar particularmente
bien. De todas formas, sigue teniendo los rasgos típicos y esa búsqueda de una
identidad más basada en una búsqueda y exploración que en un conjunto de
cuestiones morales. Otra vez, la religión aparece con un aspecto decorativo
(toda la acción pasa en un Convento). El film usa la religión como contenedora
de acciones.
Pero llegó el gran momento:
¿Qué he hecho yo para merecer esto?, de 1986, es una de las obras fundamentales
de este autor, en la que habla del rol femenino como sostén del hogar y de los
extremos a lo que su rutina va llevando. El pequeño mundo de su cocina, donde
friega y friega, recibe de vez en cuando la crítica despectiva de su marido, la
aparición de los hijos y los consejos de la vecina mitad santa y mitad puta que
termina de construir su mundo.
Matador llegaría después.
Porque el que a hierro vive, a hierro mata y cuando se terminan los toros,
buenas son las chicas. Con algunos toques de fetichismo, lo persigue una
abogada criminalista que creo que le interesa más encontrar al tipo que meterlo
en la cárcel. No hay que olvidarse que como Sharon Stone en “Bajos Instintos”,
coquetea con la idea de asesinar a los hombres durante el coito. Es la primera
vez en la historia de Almodóvar que hace un cine con temática abiertamente
homosexual y de esta forma los personajes masculinos empiezan a pisar más
fuerte en sus relatos.
La ley del deseo aparece
luego en las carteleras. Ésta película fue una apuesta importante ya que
abandona el tinte humorístico al tratar a una historia de amor homosexual, cosa
que el espectador no pudiera alienarse. Hay que ponerse en contexto y recordar
que España recién se estaba librando de una represión importante, por lo que
este tema era muy tabú aún. Mediante Pablo, el personaje principal que es un
director de cine y teatro, se presenta un juego constante entre ficción y
realidad que hacen más digerible la realidad y más cruda la ficción pero ambas
se corresponden.
Mujeres al borde de un
ataque de nervios viene luego a poner un poco de paños fríos sobre el tema.
Post “La ley del deseo” retoma una idea y estética histriónicas del grupo de
amas de casa y de mujeres plagadas de pasiones y que ya no pertenecen (todas) a
los sectores más marginados de la sociedad, si no que hay componentes
burgueses.
Tacones lejanos llega
después. Aquí se plantea como base del melodrama, una relación entre madre e
hija post el abandono. Con una presentación de personaje a lo Audrey Hepburn en
“Desayuno en Tiffany” Victoria Abril aparece reflejada en el vidrio del
aeropuerto como anticipo de el carácter del personaje, un poco cambiante y
bastante errático.
La olvidable “Kika” es la
siguiente pieza del rompecabezas almodoviano. Con un ritmo cansino nos cuenta
esta historia que poco aporta a su etapa más madura. Mientras el contenido
dramático no llega a formarse como tal, llega hasta a trivializar una violación
sin que ello haya sido el objetivo final. Un exceso que difícilmente construya
algo.
Pero como toda caída supone
un ascenso nuevo, Carne Trémula aparece después y nos hace temblar de pies a cabeza.
El personaje principal es un violador en conflicto consigo mismo, en el que el
placer, la culpa y el asco aparecen sin cesar a cada momento. La ecuación se
completa cuando inicia relaciones con el policía al que dejó paralítico cuando
iba a detenerlo y su mujer. La historia empieza y termina con un parto, con un
carácter cíclico que antes el director no había podido manejar tan bien. El
amor y el deseo se convierten en el motus de todos los personajes, empujados
por los Elena y Clara.
Todo sobre mi madre es una
de mis películas favoritas de este director y ya mereció una nota en “Mi Top
100”. Si bien soy consciente de que es una de las más fáciles de digerir y que
no es tan buena como, por ejemplo, la que cité anteriormente, es una buena
aproximación a su cine, tiene un poderoso contexto melodramático de la mano de
“Un tranvía llamado deseo” y estampas imponentes como las de Huma y Manuela.
Hable con ella sería
opacada por las repercusiones que logró con su film anterior. Pero me gusta
pensar que todas las injusticias pueden ser momentáneas y, además de pedirles
fervientemente que la miren, voy a intentar hacerle justicia en pocas palabras
para no aburrirlos. Retoma al papel del violador en su estado más bajo pero que
es transformado en el relato en un acto desesperado de amor. Los amores
imposibles toman la delantera en la historia, plagándonos de situaciones tan
extremas que arrancan risas por más que es una radiografía de lo más sórdido
del mundo. Hable con ella es una películas con dejos a las de Allen en la que
las situaciones de pareja y de comunicación en algo nada común intenta
imponerse.
La mala educación es un
film sensible primero porque toca a la pedofilia, segundo porque se mete con la
religión y tercero porque nada parece condenar en el cuento a las personas que
lo hacen. De una forma medio irónica, medio científica el director nos cuenta
cómo estos personajes interactúan, someten y son sometidos sin que esto tenga
una marcada connotación negativa (de todas formas pone incómodo al espectador
más tradicionalista, pero a esta altura del partido ese tipo de espectadores no
busca obras de Almodóvar, me parece). Lo femenino aparece en la piel de Gael
García Bernal, quien mediante flash backs cuenta cómo el cura abusaba de él y
cómo esta oruga se transforma en una mariposa. No es necesario que una mujer
ponga lo femenino en la mesa así como lo masculino puede no venir de un hombre.
Son roles y esencias y tabúes que hemos ido rompiendo. No nada hay
mujeres tan aguerridas y hombres tan incomprendidos que no hacen más que llorar
como en “Hable con ella”.
Vuelve a utilizar en este
caso, la dualidad entre lo ficticio y lo real y, otra vez, desde la perspectiva
del director.
Volver fue la cinta que le
dedicó a su madre, por más que ella estuvo presente en cada una de sus
películas. Habla de esa vida de pueblo, de la mujer sometida a la figura de un
marido, la magnolia de acero. Para hacerlo, qué mejor que volver a usar a su musa,
a Carmen Maura, que hace de la madre de Penélope, que es cuasi aparición cuasi
realidad. Otra vez ese mundo sensible, esa delgada línea entre locura y extrema
practicidad nos abraza mientras una voz flamenca nos canta un tango de Gardel.
Algunos aspectos constantes en su obra:
- Personajes femeninos
fuertes, casi siempre de la mano de la madre más que de la amante.
- Ambiente bajo de la
sociedad, los marginados y los tabúes que la sociedad no puede afrontar
abiertamente.
- El sentido del humor aparece con
rasgos de sarcasmo e ironía, hace hincapié en los elementos más cercanos
al pop que a lo culturoso sin que su obra pierda peso.
- La utilización del color en sus
cuadros es también un rasgo importante. Plagados de colores vibrantes y de
texturas, sus exteriores cuentan con graffitis y manifiestos de una ciudad
más allá de los monumentos estoicos y sus interiores se mezclan con un
dejo entre los 60’s y 70’s en su decorado.
- Ahonda tan bien en los personajes
que todos parecen conseguir el perdón: ya sea violador, prostituta, cura
pedófilo, todos tienen su descarga y no hay bestias ni villanos, hay seres
humanos.
- El componente religioso está
presente como decorativo y parte de la costumbre de la vida de los
personajes, pero no hay un debate teológico ni demasiadas herramientas
moralistas que lo apliquen contra ellos.
- Sus personajes son marcados por la
fatalidad y a partir de allí se inicia la historia y el lazo que los une.
- Hay una elección
cinematográfica en forma de pequeños homenajes: el reflejo a lo Audrey
Hepbrum de Victoria Abril, la elección del nombre del relato en “Todo
sobre mi madre”, la banda sonora de “psicosis” y los delirios de la ducha,
los personajes que son artistas y mezclan ficción y realidad
constantemente.