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sábado, 16 de julio de 2011

Los verdaderos camaleones: Meryl Streep


Meryl Streep es una de las actrices más famosas que se han parado frente a una cámara en Hollywood. En esta breve nota intentaré demostrar por qué creo que es tan reconocida, por qué la considero tan buena y por qué es de los verdaderos camaleones. Como expliqué en la entrega anterior, los camaleones son aquellos que funcionan en cualquier tipo de rol y no caen en un estereotipo. Son los que se animan a probarse cuán lejos pueden llegar y les sale tan bien que no paran de trabajar. 


Nacida en 1949, madre de cuatro hijos, Meryl se caracteriza por filmar una película al año, generalmente en verano para poder estar en casa con sus hijos el resto del año. Ésta es la radiografía breve de la carrera de una gran actriz. 

Julia, en 1976, fue su primera película en la pantalla grande. Si bien aparece sólo en dos secuencias, sería el trampolín a lo que luego sucedió: dos años más tarde ya estaba nominada a “mejor actriz de reparto” por “El cazador”, film en el que participó junto a De Niro y Walken, entre otros. En esta última, representa a una mujer de aquellas tantas que esperaban en casa mientras sus hombres estaban en guerra. Una mujer siempre entre los extremos de la vulnerabilidad y de la fortaleza, que termina siendo el objeto de deseo de dos amigos que han perdido la cabeza y la inocencia en la Guerra de Vietnam. 

En 1979 llega Manhathan, sin duda una de mis favoritas de Woody Allen, quien nos presenta a Meryl en blanco y negro, como una mujer que había estado sometida a su marido y ahora, con otra mujer, se encontraba liberada y escribiendo los secretos de su matrimonio como forma catártica, que obsesiona a Allen. Es una mujer de hielo, tan segura de sí misma que es inalcanzable, cumple y traspasa la pantalla. 

El mismo año estrenan Kramer versus Kramer, el primer Óscar de la actriz y otra mujer en búsqueda de sí misma. Joanna es una madre y ama de casa que se ve disminuida a sombra hasta que se escapa y vuelve a reclamar su lugar. Es un film brillante que no apunta a golpes bajos y habla del divorcio entre dos personas adultas. Aquí hay una pareja que se rompe y dos padres que quieren estar presentes en la vida de su hijo. Una Joanna que sufre y lucha y, al final, ama siempre. 

1981 nos dejaría su interpretación de “La mujer del teniente francés”. En la primera de las duplas con Irons, Meryl interpreta a la mujer que siempre espera, a la fiel Sarah que ha sido condenada por la aldea inglesa en la que vive por no haber “guardado su virtud” y haberse entregado a un hombre casado. En la idea de la historia real y la imaginaria, Meryl Streep entrega a una consistente Sarah, bella y enigmática que hace casi imposible que Irons no caiga bajo su hechizo. 

Sería un año más tarde cuando se estrenaría el film que le valdría su segundo Óscar: “La decisión de Sophie” en la que interpreta a una mujer que ha padecido el campo de concentración como nadie más: ha tenido que elegir si viviría su hijo o su hija. Pensada como un flashback constante, una mujer que ha sobrevivido al campo de concentración nazi convive con un hombre desequilibrado mentalmente, lo que la hace vivir en esta culpa y un remordimiento imposible de explicar a alguien que no ha vivido esto. Plagada de sutilezas y una forma en la que toda la alegría parece haberse esfumado, nos encontramos con una realidad diferente de la que acostumbramos a ver de la Segunda Guerra Mundial. Un monólogo final inolvidable, que se te queda en la memoria de por vida. 

Silkwood le daría la chance a Meryl de convertirse en Karen, quien mirió en extrañas circunstancias luego de haber sido sindicalista y haber luchado por una mejora en las condiciones de trabajo en la fábrica metalúrgica en la que trabaja. Plagada de situaciones que le dan un toque más documentalista que otra cosa, alejándola a ella de la típica figura del sindicalista y a las situaciones de particularmente en contra de ella, Karen se presenta ante nosotros como algo cotidiano y es lo que nos asusta: cuántas cosas dejamos pasar por no involucrarnos. 

1984 le daría la chance de volver a encontrarse con De Niro en pantalla. Esta dulce historia de amor interpreta a Molly quien se escapa de su vida para encontrarse con Frank, de quien se ha enamorado sin querer y hacen del tren de las 5.45 un refugio y en lugar más romántico del mundo. 

1985 y de la mano de Sidney Pollack nos entregaría a una baronesa Blixen como ninguna, que se anima a tener una granja en África y a recordarla muchos años después en el helado paisaje de Dinamarca. Es uno de mis roles favoritos de la actriz y el Robert Redford más adorable. 

En 1989 incursionaría en la comedia y nos demostraría que puede hacernos reír con papeles irreverentes. “She devil” es una comedia clase z en la que hace de una escritora caprichosa con aires de diva, que enamora al marido de otra y es objeto de la venganza de la primera. Sólo la menciono porque es una forma de mostrar la versatilidad de la actriz. 

En 1990 representaría a una hija que entra a un centro de desintoxicación y digo hija antes de actriz porque la dupla con Shirley MacLaine es inolvidable. Inspirado en las memorias de Carrie Fisher (la famosa princesa Leia), este drama que nos arranca repetidas risas nos muestran a dos supremas actrices colaborando para que la historia avance. 

La comedia negra tiene un antes y un después de “La muerte le sienta bien” de 1992. Junto a Goldie Hawn y Bruce Willis, cuentan esta historia en la que la belleza y la juventud son lo único que vale la pena mantener y lo que puede hacer que los lazos cambien: pasamos de enemigos a amigos y de amantes a odiarnos… para reírse sin parar. 

Al año siguiente estrenaría la adaptación de la novela de Isabel Allende “La casa de los espíritus”. Cualquiera que tenga algo de criterio sabe que toda adaptación de una novela y más de una que tenga como estilo al realismo mágico no va a hacerle mucha justicia, pero si tenemos en cuenta a Meryl en la piel de Clara, clarísima, clarividente, no tenemos nada que criticar. El misticismo, la belleza casi etérea y ese personaje siempre en el límite del mundo de los vivos y los muertos, es perfecta. 

1994 nos presentaría a Streep como una figura de acción, tratando de sobrevivir a hacer rafting en “Río salvaje”. Como “malo” lo tenemos al genial Kevin Bacon. No es la mejor película de ninguno de los dos, pero al menos si la encuentran en el cable y no hay nada más para ver, tan mal no la van a pasar. 

Junto a Clint Eastwood saldría su próxima película. En los “Puentes de Madison” y en la piel de Francesca, nos introduciría en el mundo frágil y sutil femenino, donde una mujer crea su imperio a partir de una cocina y como todo cambiará cuando ella se vaya. 

En 1996 llega “Reencuentro” en el momento en el que se quería promocionar a Di Caprio como actor. Diane Keaton, como siempre, hace de la “tía piola” y Meryl es la que carga de emoción a esta reunión familiar que pone en la mesa todos los conflictos habidos y por haber. Es una madre tratando de salir adelante y un hijo que quiere encontrarse como parte de su vida. No duele pero no es tan recomendable. 

El mismo año se estrena “Antes y después” junto a Liam Neeson. Aquí hay un choque por la típica situación que uno no ve venir y cómo el amor de un padre a un hijo justifica a la vez que condena. Lo importante aquí es la reacción de una familia, por lo que se maneja la duda de si el hijo realmente efectuó el crimen. 

En 1998 volvería con un film familiar con “Cosas que importan” en la que ella es la que está a punto de pasar a mejor vida, pero así como deja la cocina limpia antes de ir a dormir, antes de morirse debe dejar la familia en orden. 

En el 2003 llega “El ladrón de orquídeas”. Antes que nada, es una película rara, no es sencilla de ver pero vale la pena. Aquí, Meryl encarna a una escritora que acompaña en su búsqueda a Cage. La peli cumple. 

El mismo año llega un film a mi criterio muy pero muy sobrevalorada: “Las horas”. Esa supuesta prueba de que Nicole Kidman con una nariz falsa puede actuar, en realidad muestra que Meryl puede hablar con los ojos. Mientras hace de Clarisa, una mujer extrañamente parecida a la señora Dalloway y presenta a los personajes a partir de ella, conlleva a una confesión en los preparativos de una fiesta mientras ella escucha atenta y el espectador se ve tan movilizado que no puede pasar desapercibida. 

En el 2004 llega “Lemony Snicket, una serie de eventos desafortunados”. Si bien encarna a una tía semi depresiva y un poco loca, en realidad es una muestra más de la versatilidad de la actriz. Sin demasiadas cosas más que agregar, sobre todo considerando que está pensada para que se luzca Carrey. 

El 2006 traería lo que es casi un clásico: “El diablo viste a la moda”. Encarnando a una despiadada directora de una revista de modas, Streep es una mujer de hielo, que no levanta el tono de voz para denigrarte, rara vez sonríe y te pisotea con sus botas Chanel. 

Por si a alguien le cabía alguna duda de que se anima a hacer cualquier cosa, en el 2008 participó en “Mamma mía!”, adaptación del musical de Broadway con todas canciones de Abba. La verdad es que la peli es un poco ridícula pero los ves tan divertidos a ellos, como si fuera un video casero, que uno no puede evitar reírse y apagar el cerebro un rato. Ojo que las canciones son pegadizas. 

Para el siguiente film, un año más tarde todo el maquillaje se elimina de nuevo para ponerse en la piel de una monja en “La duda”. El personaje de la querida hermana Aloysius Beauvier, se intenta denunciar la cantidad de pecados que se han tapado con sotanas y cirios. Junto con los roles de un Padre que poco tiene de santo y un niño que parece construir la escena de un abuso sexual en una escuela católica en el Bronx en 1964. 

Si bien la peli anterior no cubre las expectativas de nadie, todavía puede empeorar con “Enamorándome de mi ex”, de Nancy Myers en el 2009. Tengo que admitir que no disfruto demasiado de las películas de esta directora, que suele llenar las comedias, de sonrisitas y caritas como si eso significara “crear un ambiente” y en esta cosa descabellada y cuasi infantil vemos a dos grandes actores como Streep y Baldwin actuando como dos descerebrados después de una noche juntos y varios hijos en común. Menos que para TV. 

La última a considerar, será la participación en el 2010 en “Julie y Julia”, también basada en una historia real de una chica que usa un blog y un libro de cocina para tratar de encontrar un norte en su vida y una mujer que inspira su obra, unos cuantos años antes. Como Julia Child, Meryl nos parece una mujer diferente, un poco tosca, nada sexy, pero adorada por su marido que encuentra que su felicidad está en crear y devorar platos y a través de eso todo será una cuestión de cocinar las cosas a baño maría. 

Para resumir, Meryl nos ha llevado de los dramas más crudos a las comedias más tontas, de las películas biográficas a los escenarios más remotos de fantasía. No por nada es la actriz que más nominaciones ha recibido. Y todas muy merecidas. Es la maga de imitar acentos y la idea de “la rubia insulsa” permite que sea desde la sobreviviente de una guerra, hasta el ama de casa más común del universo. Su paso por la pantalla no puede pasar por alto, no por nada es sinónimo de cine en cualquier parte del mundo.

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