El cine es un espacio de identificación, de educación, de industria y de arte. Y todo eso, está dentro de este blog.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar


Almodóvar tiene un estilo muy personal. Por lo pronto la influencia femenina en su vida está siempre presente como una Prima Donna en niveles impensados de amor e histeria. Además, la sexualidad y lo sexual se manifiestan en extremos entre grotescos y dramáticos y es que presenta la falta de recetas en lo que muestra. El amor, como tal, puede ser tanto constructivo como destructivo. Y es, después de todo, el hombre que reflotó al melodrama.

Así como en muchos films se ha trabajado la idea de que un hombre “tiene” que disfrazarse de mujer para salir de apuros sin necesidad de perder su masculinidad (Tootsie, Una Eva y dos Adanes, etc.), lo cual plantea un juego ambiguo con el personaje femenino en el que ella no entiende por qué se siente atraída. Pero esto es mucho más, tiene que ver con la identidad de cada uno de estos personajes y con su necesidad de vivir lo mejor que pueden lo que el instinto le dicta.


Pero las etiquetas en este tipo de cine no sirven y el travestido deja de ser una figura relegada de la sociedad para presentarse como una persona llena de deseos como tal. Desea hijos y mujeres pero su identidad es un viaje que debe hacer para encontrarse. De todas formas, como la mayoría de los personajes femeninos almodovianos, se lo trata no como al sexo débil (de excesos sí, pero no débil) y al fuerte lazo existente entre ellas. El rol de madre está presente casi siempre (y es que una mujer nunca está del todo completa si no es madre).


Los tonos eclécticos con los que decora cada fotograma, que lo estampan a uno con lo cálido y pasional, hacen que la conversión en escena de dejar de ver a un travesti y empezar a ver a una mujer sea natural. 

Por otro lado, se maneja el paralelo entre realidad y ficción, sobre y bajo las tablas y es esa obra (“un tranvía llamado deseo”, casualmente un melodrama) la que une a Manuela con su pasado y hace que Huma llene su presente.

También habla de los extremos de la vida, donde una prostituta puede salir de la calle y una monja puede terminar embarazada y enferma de SIDA. Nadie está a salvo de estos extremos, nunca se es ni tan puta ni tan santa.


Es un cambalache de picos pero un melodrama como hace mucho tiempo no vuelvo a ver, plagado de nostalgia, de colores y de personajes más reales que los que veo caminando por esta ciudad. Tan personal como Almodóvar.

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