Esta genialidad en blanco y negro representa una parodia a los gángsters por un lado, de las mujeres bonitas por otro y de cómo todo se mueve al ritmo del jazz (su título en inglés "Some like it hot" hace referencia a ésto).
Cuando son testigos de la masacre de San Valentín en
Chicago de 1929, dos músicos golpeados por la crisis, deciden escaparse
disfrazados de mujeres con una banda de jazz de señoritas hacia Miami. Entre enredos y desenredos, no deben
delatarse como hombres pero su instinto hace que cada vez que tienen la
oportunidad, quieran aprovecharla con alguna de las verdaderas mujeres de la
banda.
Mostrando que cada línea es mejor que otra, y es que
Billy Wilder era ante todo un escritor, este planteo de pequeños engaños y una
pareja principal inmejorable habla de muchos tabúes de una forma despreocupada
que hacen que hoy nadie se escandalice pero que fue causa de muchas críticas al
director por la “siempre pura y moral” sociedad americana.
Con una ambientación correcta que permite en su mayoría el estudio y la utilización de los
escondites clandestinos en la ley seca, de la ambición de las cantantes y
bailarinas y de cómo todo se logra con un poco de suerte, un poco de cerebro y
cero escrúpulos. Wilder y Lemmon fueron siempre, para mí, una combinación
infalible.
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